EN LA EUCARISTIA ENCONTRAMOS LA FUERZA PARA VIVIR EN LIBERTAD
La Eucaristía es la presencia viva de Jesús entre nosotros. En la Eucaristía se hacen presentes aquella Palabras de Jesús:
“Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo” (Mt 28, 16-20).
Su Presencia llena nuestra vida, nuestro obrar, nuestro padecer, nuestro existir, El nos da la fuerza que necesitamos para ser verdaderamente libres, para vencer el mal, el pecado; para vivir en la paz y en la alegría. El fortalece nuestra fe, porque su Presencia es real, viva y prodigiosa. El sana los corazones, renueva nuestras vidas y muchas veces también nuestros cuerpos.
La Eucaristía es una FIESTA, es la fiesta del amor.
En La Cruz El nos muestra su verdadero amor. Ser verdaderamente libres significa identificarnos con El para compartir con El su Victoria. Significa amar como El. Nos dice
“Ámense como yo los he amado”.
La Cruz es la gran escuela del Señor, de El tenemos que aprender: paciencia. Misericordia, perdón, entrega total.
La Eucaristía que nos hace libres es el Amor de los amores. Jesús nos contagia su Amor, nos ayuda a vivir de amor, o sea a vivir en la entrega, el servicio, la generosidad.
Debemos abrir nuestro corazón para dejarnos arder en ese Fuego de Amor. Dice el autor de la carta a los Hebreos:”Dios es Fuego devorador”. Debemos dejarnos encender por ese fuego para que consuma todo lo que no le pertenece.
Cada vez que recibimos a Jesús en la Eucaristía se tiene que dar una transformación en nosotros. El secreto de la vida es amarnos y sentirnos amados por El. Por que si El me ama, descanso en su amor, me alimento de su amor. Esta es la llave de oro de la santidad. Si entendemos y vivimos esto hemos comenzado EL CIELO EN LA TIERRA.
La Eucaristía es Maná en nuestro desierto (Jn 6,22-35). El Maná es prefiguración y signo del nuevo Pan del cielo, de su Cuerpo y de su Sangre.
Así como los israelitas comieron el Maná cuando atravesaron el desierto, la Eucaristía se nos da cuando atravesamos el desierto de la vida en busca de la VERDADERA LIBERTAD.
Cuántas veces estamos en el desierto, puede ser el desierto del pecado, allí no hay vida
Puede ser la angustia, la tristeza, el dolor, sentirnos agobiados por la vida.
Desierto porque no encontramos una salida a nuestros problemas, no encontramos apoyo, estamos en la soledad, en la desesperación.
La Eucaristía viene a reconfortarnos, a fortalecernos, a levantarnos, a animarnos, nos da seguridad, nos ayuda a vencer nuestros miedos, nos infunde alegría, entusiasmo, NOS HACE LIBRES.
Como el Maná tiene todos los deleites porque es el Amor de los Amores, llena nuestra vida, nos hace felices.
MARIA Y LA EUCARISTÍA
María, Madre de Jesús, primera adoradora del Verbo Encarnado,
Madre del Cenáculo y de la Cruz,
Madre del Pan Eucarístico;
Ayúdanos a ser verdaderos adoradores:
“en espíritu y en Verdad”, que en la Eucaristía encontremos:
Fuerza para nuestras luchas,
Alimento para nuestra hambre,
Agua Viva para nuestra sed.
Danos un corazón eucarístico,
un corazón amante y entregado.
Que el Pan Eucarístico nos transforme
En pan para nuestros hermanos.
Que su Presencia Eucarística
Cambie nuestras vidas, nos llene de fe,
De optimismo,
De gozo interior,
Nos haga cada vez más libres,
Nos haga a imagen y semejanza suya. Amén
Hna. Marta Bidone
( Un aporte de nuestra querida Hna. Marta desde Tucumán )
LUZ DEL MUNDO
María dijo "sí " aún sin entender de que se trataba el mensaje que Dios le trasmitía por el ángel.
Con su sí llego a ser Bienaventurada por todas las generaciones; ella recibió en su seno al salvador, al padre de la gloria.
Él es la luz del universo.
Él dejo su palabra (escritura) para que esa luz ilumine nuestro camino y nos alimentemos diariamente.
Querido hermano, aliméntate de esa palabra y proclama victoria en Cristo.